
Lectura: Romanos 6:15-23
El 19 de junio de 1865, más de dos años después que el Presidente Lincoln hubiera firmado la Proclamación de Emancipación, el General Gordon Granger cabalgó hasta Galveston, Texas, y leyó la Orden General Número 3: «Se le informa al pueblo de Texas que, de acuerdo con una Proclamación del Ejecutivo de los Estados Unidos, todos los esclavos son libres». Por primera vez, los esclavos en Texas supieron que ya eran libres. Algunos quedaron impactados; muchos otros lo celebraron. Pronto se llegó a conocer a esta celebración como «el 19 de junio».
Casi 25 años después de la «Proclamación de Emancipación» de la cruz de Jesús, Pablo les escribió a los creyentes romanos. Algunos de ellos todavía no entendían lo que significaba ser libre de la esclavitud del pecado. Creían que podían continuar pecando porque estaban bajo la gracia (Romanos 6:15). Así que Pablo les recordó su condición en Jesús apelando a un hecho que les era familiar: Lo que sea a lo que nos sometamos se convierte en nuestro amo. Cometer pecado nos hace esclavos del pecado.
La otra opción es ser un esclavo de la justicia. De hecho, la salvación significa un cambio de esclavitud. Así como una vez servimos al pecado, ahora estamos comprometidos a una vida de justicia debido a la libertad que provee Jesús.
Mis hermanos y hermanas, lleguemos a ser en la práctica lo que ya somos en nuestra condición: ¡libres! -MLW