
Lectura: Éxodo 11
Cuando Faraón se negó a dejar que el pueblo de Israel saliera de Egipto, miles de inocentes egipcios murieron debido a la terquedad de éste. Es probable que la gran ira que Moisés sintió al salir de la presencia de Faraón (Éxodo 11:8) fuera causada porque sabía lo estaba por sucederle a los primogénitos de Egipto esa primera noche de la Pascua. Iba a ser una noche de devastación y dolor porque el gobernante estaba en un estado de ánimo fatal.
Es fácil para mí condenar la desobediencia obstinada de Faraón a Dios pero me es muy difícil enfrentar mi propia desobediencia. Sin embargo, este pasaje me obliga a preguntarme, «¿Acaso mi actitud estará asfixiando a alguien cercano a mí, al punto de matarlo?»
Oswald Chambers dijo: «De tapa a tapa, la Biblia insiste en el derecho a la vida. En tanto yo no asesine a nadie directamente la ley no puede tocarme, pero, ¿habrá alguien que dependa de mí y a quien no le esté dando el derecho a la vida incluso de la manera más insignificante? ¿Alguien con quien esté disgustado y que no haya perdonado? "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida" (1 Juan 3:15).»
Nuestros corazones se endurecen por medio de las repetidas negativas a rendirnos a Dios. Pero también pueden ablandarse por medio de la obediencia. Cuando le decimos que «sí» a Dios, el resultado es un alivio y una liberación que da vida a nuestras familias, colegas y amigos.
¿Cuál es mi estado de ánimo hoy? -DCM
El camino de la obediencia es el camino de la bendición.