martes, mayo 27, 2008

El labrador


AUn labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban contantemente.

Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.



Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.

Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:

-De esta manera, hijos míos, si estan todos unidos nadie podrá vencerlos; pero si estan divididos y como enemigos el primero que quiera hacerles mal lo lograra.

Efesios 4:3-5
Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza;5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.

¿¿Que debo hacer con mi vida????


Todos anhelamos ser importantes. Nuestro deseo de aportar algo al mundo aflora mientras estudiamos, hacemos decisiones respecto a nuestra carrera y tratamos de corregir lo que hicimos mal en nuestra vida. ¿Qué respuestas busca ahora, ya sea usted un estudiante, un empleado o ex convicto? Así responde Chuck Colson.

Siempre he sido un idealista, cuando era joven tenía grandes sueños para mí mismo. Durante la Segunda Guerra Mundial organicé un proyecto que recolectó el dinero suficiente para comprar un Jeep para el ejército. Aún siendo muy joven vi que los pequeños esfuerzos logran grandes cosas. Mi deseo de aportar algo al mundo me llevó después a no solo alistarme en la Infantería de Marina, sino también a ingresar al mundo de la política. Lo que me atrajo de esta no fue solo el poder, sino el deseo de cambiar la sociedad. Quería aprender todo lo que pudiera y ayudar a mi país en algo que valiera la pena.

Los jóvenes de hoy tienen una amplia variedad de oportunidades de acusar un efecto en su generación y aún en las futuras. Cada vida es importante, y más significante aún; cada vida es importante para Dios. Aunque fui un hombre con conciencia durante mis años en la Casa Blanca, no entendí lo que significaba en realidad una vida con sentido hasta después de haber ingresado en la prisión. Mi búsqueda por el alma comenzó detrás de las rejas, al darme cuenta que había confundido la fama y el poder por lo que verdaderamente importa. Mientras hacia trabajos penosos en la prisión, aprendí que el trabajo –cualquiera sea– puede ser importante y gratificante. Y fue en prisión, cuando mis compañeros reclusos me retaron a no olvidarme de ellos, que encontré al trabajo más importante para mí, el de darme a los demás.

Cuando más vivo más me doy cuenta del efecto que aún una sola persona puede tener en la sociedad. Nunca subestimes lo que una persona puede lograr. Un ejemplo es la vida de William Wilberforce. Hace doscientos años dirigió el movimiento para abolir el comercio de esclavos en Gran Bretaña, y cambió su país para siempre. Wilberforce también luchó con esa pregunta: ¿Qué debo hacer con mi vida?

En su juventud Wilberforce tenía una determinación de realizar una carrera exitosa en la política. Siendo un joven rico y popular, disfrutaba plenamente de la vida: cenas, bailes y traviesas aventuras con sus amigos.

Después de recibir a Cristo, su visión del mundo cambio radicalmente. Se descubrió preguntándose cómo debía pasar el resto de su vida y cómo usar los talentos. En un principio pensó que su llamado era para ser clérigo, pero un buen amigo, el ministro John Newton, lo desanimó. Newton percibió que tenía grandes dones y talentos en el área de la política, y que podría usar su vida publica para moldear los corazones de los británicos.

Al darse cuenta que las oportunidades que se le ofrecían estaban orquestadas en forma divina, Wilberforce continuó como miembro del Parlamento y Dios lo usó para abolir la esclavitud en su país y realizar cambios sustanciales en la cultura de Inglaterra.

Su preocupación por los demás –ya fueran extraños o vecinos, esclavos o libres– venía de su visión bíblica del mundo. William usó su vida para aportar algo al mundo.

Algunas veces olvidamos de ver justamente lo que está delante de nuestros ojos. ¿Qué habilidades naturales tienes? ¿Cómo puedes utilizarlas para ayudar a los demás? Mientras crecía, yo pensaba que la meta era salir de mi modesta condición económica, hacer mucho dinero y disfrutar cómodamente la vida al jubilarme. Ahora me doy cuenta que ese sueño era muy vacío y vano. Ahora comprendo que la vida puede tener valor, que podemos aportar algo aún después de lo que hagamos a lo largo de nuestra existencia.

No todos seremos llamados a la vida política como William Wilberforce, pero todos somos artífices de dar belleza y verdad a la sociedad, a través de un trabajo bien hecho. Todas las personas tienen algo que ofrecer a la sociedad.

Una vez que somos capaces de entender nuestro valor inherente, quién somos y nuestro llamado, nuestra vida nos guía naturalmente adonde podemos aportar para hacer de este mundo un lugar mejor.

Tomado del libro: La vida buena
Editorial: Tyndale House Publisher

No mires atras


Por ejemplo, no puedes manejar un carro viendo el espejo retrovisor a menos que desees retroceder. Cada vez que una persona ve hacia atrás, es la primera señal que nos indica que quiere volver atrás.

Cuando leemos la palabra de Dios encontramos que para que nos vaya bien debemos andar por el camino que Dios nos ha ordenado y anteriormente trazado.

Si sabemos acatar las órdenes de Dios, vamos a obedecerle y Él nos va a bendecirá grandemente.
Las personas deben ir hacia delante, no hacia atrás. Dios quiere que vayas hacia delante, no quiere que nadie este caminando para atrás. Él nos puso los ojos adelante para que no caminemos hacia atrás.

Por ejemplo, no puedes manera un carro viendo el espejo retrovisor a menos que desees retroceder. Cada vez que una persona ve hacia atrás, es la primera señal que nos indica que quiere volver atrás.

El problema que se presenta en muchas iglesias hoy es que sus miembros se la pasan volteándose y realizando miradas haciendo al pasado, ¿habrá alguien así hoy?, ¿por qué insistimos tanto en ver hacia atrás?, ¿acaso quieres volver o regresar atrás?

Génesis 19:15–26
Creo que todos aquí conocen bien lo que sucedió con Sodoma y Gomorra. Ambas ciudades estaban habitadas por personas que estaban entregadas completamente al pecado. El clamor de los justos había llegado a los oídos de Jehová y ahora Él estaba a punto de obrar en justicia.

Los ángeles le ayudaron a Lot y a su familia a salvarse de la destrucción de Sodoma y Gomorra, pero los ángeles le dieron una orden a Lot y su familia, Génesis 19:17 “Escapa por tu vida; no mires tras ti. Ni pares en toda esta llanura, escapa al monte, no sea que perezca”; las instrucciones de parte de Dios eran claras Dios le estaba diciendo a Lot y a su familia que iba a destruir esos lugares que estaban llenos de pecados y de abominaciones al punto que le causaban asco a Dios mismo por lo tanto el ya estaba cansado de esa situación entonces iba a actuar y les pide que no tengan nada que ver con eso que no se contaminen que vean que eso era repugnante que corran, que huyan y que no vuelvan su mirada.

Esto le serviría por señal a Dios de que Lot y su familia estaban confiando en Dios y que lo que estaba sucediendo allá no tenia nada que ver con ellos que eso era pasado y que no se contaminaban con el pecado. Pero vemos la desobediencia de la mujer de Lot, que sufrió el castigo por no obedecer y mirar atrás volviéndose en una estatua de sal.

No mires hacia atrás, no tengas nostalgias por las cosas que dejaste atrás, no pierdas tu tiempo, no te distraigas en cosas que no aprovechan, no descuides tu salvación, no te detengas hasta llegar al lugar seguro; el pecado de la mujer de Lot no fue una simple mirada atrás, sino la actitud del corazón y los deseos del mundo que la embriagaban, los afectos que estaba perdiendo pudieron más que la salvación que Dios le estaba ofreciendo.

Hermanos, miremos hacia delante corriendo la carrera buscando la meta, no miremos atrás; no debemos ser de los que retroceden, aquellos que a Dios no le agradan sino de los que siguen adelante avanzando hacia la eternidad.

Lucas 9:62 “Y Jesús les dijo, Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” Un buen granjero no mira atrás una vez que ha puesto la mano en el arado. Jesús usó este ejemplo para enseñarnos que si vamos de ser sus discípulos, debemos romper totalmente con todas las ataduras que obstruyen nuestra relación con Él y que ahora quedaron atrás.

"No puedes arar una fila derecha si miras atrás." Eso lo puedes probar mirando atrás mientras caminas por la nieve o sobre la arena. Las pisadas no van a ser derechas.

La lealtad total a Dios es un principio arraigado en el Antiguo Testamento. Los israelitas, después de ser liberados de la esclavitud y alimentados por medios sobrenaturales, miraron atrás anhelando los días en que disfrutaban del pescado, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos en Egipto Números 11:5-6. Esto no agradó para nada a Dios y juzgó a su pueblo. Al mirar atrás dejaron ver una falta de compromiso con Él.

Jeremías 7:24 “Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia delante”

“Ser un discípulo significa no mirar atrás”
Una vez que empezamos a seguir a Jesús nunca debemos mirar atrás. Debemos dejar nuestra vieja forma de vida para encontrar nueva vida en Cristo. (Continuara)
http://sigueme.net

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